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NAOMI OSAKA, CAMPEONA DEL AUSTRALIA OPEN

 Si usted estaba buscando un perfil de jugadora dominante, campeona, capaz de gobernar dentro del circuito femenino, vengo a decirle que estamos de enhorbauena. Naomi Osaka es la elegida. La japonesa volvió a demostrar su grandeza y superioridad en la final del Open de Australia 2021, derrotando a Jennifer Brady (6-4, 6-3) y levantando así su cuarto Grand Slam. Solo tiene 23 años, pero sus registros empiezan a parecerse cada vez más a los de una tenista que pueda hacer historia, la que ya está haciendo, aunque todavía le quede toda una carrera por delante. Con dos US Open y dos Open de Australia, Osaka manda un mensaje directo al vestuario femenino: yo soy la rival a batir. A partir del lunes volverá al Nº2 mundial del ranking, aunque ya sabemos que con esto no tendrá suficiente.

Era una final de Grand Slam, la última ronda del Open de Australia 2021, instancia donde el principal deseo del público es que haya igualdad. Más allá de quién gane el último punto, o quién sea la favorita de cada uno, lo más bonito de una final es tener un partido competido y emocionante. Claro, que estando Naomi Osaka en pista, este deseo se vuelve un poquito más difícil. La pupila de Wim Fissette llegaba como un tiro a lo largo de todo el torneo, escapando viva de las garras de Garbiñe Muguruza para luego dar rienda suelta a su confianza ante Hsieh y Serena. No parecía que fuera Brady la persona que más problemas pudiera darle, y esto se confirmó en los cuatro primeros juegos. Una ganaba sus juegos por la vía rápida, sin conceder apenas puntos con su servicio; la otra sufría, corría tras la bola, así hasta recibir un break tempranero. El 3-1 y saque para Naomi invitaba a pensar en una final fugaz, pero mejor no ir tan rápido.

Decía el entrenador de Jennifer en la previa que veía a su jugadora preparada para un reto de este calibre. Ya se quedó cerca en el pasado US Open, donde pisó por primera vez una semifinal de Grand Slam e incluso puso contra las cuerdas a la misma Naomi Osaka, pero no era su momento. Con esa experiencia y con el recorrido que ya ha tenido dentro del ranking (asegurado ya un lugar en el top15), ahora Brady camina distinto, con otra cara, con otra respuesta ante la adversidad. Con el 3-1 abajo todos pensamos que no habría final, así que la norteamericana se encargó de corregirlo. No solamente recuperó la desventaja, sino que dominó también el juego posterior con la misma facilidad con la que suele dominar su rival. La cara de la japonesa se torció, su primera embestida no había tenido el efecto deseado.

Era una final de Grand Slam, la última ronda del Open de Australia 2021, instancia donde el principal deseo del público es que haya igualdad. Más allá de quién gane el último punto, o quién sea la favorita de cada uno, lo más bonito de una final es tener un partido competido y emocionante. Claro, que estando Naomi Osaka en pista, este deseo se vuelve un poquito más difícil. La pupila de Wim Fissette llegaba como un tiro a lo largo de todo el torneo, escapando viva de las garras de Garbiñe Muguruza para luego dar rienda suelta a su confianza ante Hsieh y Serena. No parecía que fuera Brady la persona que más problemas pudiera darle, y esto se confirmó en los cuatro primeros juegos. Una ganaba sus juegos por la vía rápida, sin conceder apenas puntos con su servicio; la otra sufría, corría tras la bola, así hasta recibir un break tempranero. El 3-1 y saque para Naomi invitaba a pensar en una final fugaz, pero mejor no ir tan rápido.

Decía el entrenador de Jennifer en la previa que veía a su jugadora preparada para un reto de este calibre. Ya se quedó cerca en el pasado US Open, donde pisó por primera vez una semifinal de Grand Slam e incluso puso contra las cuerdas a la misma Naomi Osaka, pero no era su momento. Con esa experiencia y con el recorrido que ya ha tenido dentro del ranking (asegurado ya un lugar en el top15), ahora Brady camina distinto, con otra cara, con otra respuesta ante la adversidad. Con el 3-1 abajo todos pensamos que no habría final, así que la norteamericana se encargó de corregirlo. No solamente recuperó la desventaja, sino que dominó también el juego posterior con la misma facilidad con la que suele dominar su rival. La cara de la japonesa se torció, su primera embestida no había tenido el efecto deseado.